dilluns, 24 d’octubre del 2011

Crónica: Zombie Walk de Sitges - Viernes 14 de Ocrubre



 La tarde de los muertos vivientes

El ojo de Juan colgaba de la cuenca. Como él, cientos de personas se disfrazaron de zombis y salieron a las calles de Sitges a pasear. Esperaban que fuesen las 20h30, hora en la que se habían citado todos delante del Brigadoon, para desfilar: era el Zombie Walk del festival de cine de terror. Una inmensa aglomeración de vivos y muertos se iba acumulando ahí, discutiendo sin ningún tipo de discriminación. Estampada en los estandartes de cartón que llevarían los cabecillas del desfile, la marca de Jack Daniel's era omnipresente. Unos altavoces dictaban qué hacer en caso de un ataque zombie al ritmo de heavy metal. Una lengua de fuego se retorcía alrededor de un libro que un predicador no muerto sujetaba con sus guantes.

"Esto parece el infierno", le comentó María a su madre, Marisa. Ésta no la escuchaba; quería enseñarle a su hija las proezas de su disfraz y, de repente, de su boca empezó a brotar sangre falsa.  La cabalgata empezó. 


Los espectadores marcaban el itinerario agolpándose alrededor. A la  cabeza, dos motos de la Guardia Urbana enfriaban los ánimos de los más exaltados. Detrás, un sidecar patrocinado por la eterna Jack Daniel's, conducido por una pareja de zombies recién casados. "Estoy aquí porque soy el hijo muerto del jefe... ¡alguna ventaja tiene que tener!"




Al rato, cuando la extraña cabalgata hubo avanzado bastante, se oyeron gritos. Se trataba de una sobreactuada escena en la que un zombie se retorcía de dolor. Otra estaba a su lado, a caballo entre el pánico y la hilaridad. Gente en círculo observaba a su alrededor, la mayoría sonrientes; los más ingenuos, en cambio, se preocupaban: "es que he oído esos chillidos y me he temido lo peor", explicaba Teresa.



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