dimecres, 19 d’octubre del 2011

Festival de Sitges 2011 - Domingo 9 de octubre

Crónica: El punto de inflexión

Las ruedas de los skates de Charles, Xavi y Joan giraban a toda velocidad. Nacidos y criados en Sitges, habían vivido de primera mano todos los festivales de cine de terror prácticamente desde que tenían conciencia. Ése era el primer domingo de la edición de ese año, que llevaba tras de sí cuatro días de incesante bullicio en el pueblo. Se dirigían a la plaza de San Sebastián, donde se habían instalado unas casetas de venta. Lugar de paso entre los cines y el Hotel Melià, sede del festival, su actividad se multiplicaba exponencialmente alrededor de esas fechas.

      Entre las terrazas de los bares, cubiertas de clientes, y la playa brotaba un incesante vaivén de pasos al borde de las casetas. Se veían compradores satisfechos, instalados en los bancos, introduciendo la mano con una golosa expectación en sus recién adquiridas bolsas. "Nuestras ventas no han bajado", explicaba Vivian, dependienta en una de las paradas más tétricas. "También hay que decir que nuestros productos están muy customizados y van dirigidos a un público en concreto". Y es que los productos eran fieles a la filosofía del festival: una extensa colección de camisetas, estampadas con referencias a los clásicos de terror, vestían las efímeras paredes del stand. Muñecos, chapas y malhumoradas caretas contrastaban con el otro lado del mostrador. "La gente es majísima, viene relajada, a pasar las vacaciones". Y es que cada año acude tanta gente que representa un punto de inflexión en la vida del pueblo.

      A escasos metros de las casetas, justo encima del llamado Brigadoon, local en el que tenían lugar algunas exposiciones y se podían comprar entradas, un mercadillo rompía el olor a cine. Ganesh y Lakshmi, divinidades hindúes de la suerte y del dinero respectivamente, meditaban estampados en sus tapices. Se trataba de unas paradas dispuestas en forma de cuadrado, dejando un despejado espacio central para pasear. "No siempre hemos desentonado tanto, el año que se puso de moda Alien pusimos su huevo ahí, en el centro", explicaba Anita, una de las vendedoras. "En verano abrimos todos los días, a partir del festival, cambiamos al horario de invierno", lo acabó describiendo como una despedida; a partir del 16 de octubre, abrirían los fines de semana y los días festivos hasta que volviese el verano.


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